En ocasiones, sentirás la envidia si quieres progresar ya sea en una organización, en el lanzamiento de un nuevo proyecto o en un emprendimiento.
Saber gestionar la envidia y reconocerla, te dará el poder de controlarla cuando la sientas y el poder de esquivarla cuando aparezca a tu alrededor.
Por desgracia, la envidia es un mal que si te afecta o te invade puede convertirte en la diana de todas las iras; y, en consecuencia, en víctima de una situación insostenible que puede acabar con tu carrera profesional y con otras muchas cosas.
¿Y dónde nace la envidia?
Parece ser que es algo innato, cuando sentimos que alguien es más grande que nosotros, brilla más que nosotros en algún sentido se dispara ese sentimiento a veces incontrolable que nos azota personalmente y al resto que nos rodea… Que nos arrolla y acaba por convertirnos en personas sin alma, algo que ni en nuestras organizaciones ni en nuestras vidas deberíamos consentir.
De la envidia al rencor hay una delgada línea y del rencor a la mentira un único paso, un paso muy peligros que pone en peligro el avance y el progreso necesarios.
“Como decía Napoleón: la envidia es una declaración de inferioridad.”
La envidia surge cuando vemos en los demás un talento que no poseemos.
Surge cuando alguien empieza a construir una carrera profesional en un corto espacio de tiempo; cuando alguien empieza a ser visible por sus resultados.
Cuando alguien hace lo que sabemos que tenemos que hacer nosotros y no somos capaces de tirarlo hacia adelante.
En ese momento debemos preguntarnos qué le está haciendo diferente a nosotros; por qué esta persona está logrando esos resultados diferentes, por qué está creciendo.
Solo a partir de ese análisis consciente y maduro podremos empezar a sentir la ventaja que supone tener cerca a personas de ese calibre.
No podemos envidiar al talento. Si el compañero/a que tienes al lado te aporta y puede enseñarte, pégate y aprovecha la oportunidad que te brinda la vida con ello.
Conductas a atajar de cero:
- Alimentar de forma consciente que se hable mal de otros compañeros y/o colaboradores.
- Menospreciar las ideas de los demás por no ser, ni de lejos, las nuestras. Lo hacemos, en ocasiones, por la “rabieta” de que no se nos haya ocurrido antes a nosotros.
- No ir de frente y actuar a espaldas a los demás.
- Criticar sin saber. Opinar sin toda la información.
- Verter juicios de valor desde el desconocimiento.
- Desconfiar de alguien cuando avanza y se hace visible. Es duro, de forma coyuntural, ver como brilla la persona que tienes al lado; y más cuando ostenta una posición jerárquica “inferior”. Eso duele… recordemos que si no tenemos a personas brillantes en nuestros equipos difícilmente mejoraremos nosotros.
En definitiva, no hagamos con los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros y recordemos que la vida va y viene y no se detiene… Es mejor tener una conciencia limpia y tranquila.
Es fácil: Vive y deja vivir. Ojalá no tengamos que oír frases nefastas como que la envidia es un deporte nacional … Tú no eres así.
“Aprende, desaprende, observa, pregunta, fórmate, intenta velar por tu empleabilidad. Haz de ese sentimiento, humano pero nocivo al mismo tiempo, una oportunidad de cambio y crecimiento.”
Sentir envidia nos atrasa y, creedme; no es momento para esto. Esta filosofía de escarnio no cabe en la nueva mentalidad de organizaciones abiertas y con alma.
No es momento de sentir envidia, es momento de actuar y de ser mejor profesional y mejor persona.
Hasta que no seamos capaces de alegrarnos de los éxitos de los demás no conseguiremos éxitos propios ni sabremos disfrutar de ellos. Es un camino sin retorno.
“Ninguno de nosotros es más importante que el resto de nosotros (By Ray Kroc)”
No lo olvides nunca, sin un entorno y un buen mundo de relaciones nada puedes hacer…
Increíble como la vida nos une con personas que no imaginábamos y nos aleja de otras que pensábamos que siempre iban a estar ahí , imagino que este es el precio que se paga por madurar y avanzar a ritmos diferentes, cada vez tengo más claro que sólo tenemos una vida y que casi todo lo que nos pasa es porque dejamos que nos pase… Y es que hay que dejar que algunas personas, situaciones, lugares, hagan el equipaje para poder dejar entrar a otras.
Y no pasa nada, porque casi todo pasa por algo que probablemente será mejor en la etapa en la que nos encontramos.
Sin dramas, y desde la elección siempre de quien se convierte en compañero/a de viaje o no, abogo por la buena gente, la de verdad, la que me suma y me hace mejor profesional y mejor persona.